Posteado por CPDS el 04/11/2013
Con el avance de la tecnología y la facilidad con que cualquier persona puede acceder a ella a través de diversos dispositivos, se han reducido los procesos permitiendo que la productividad aumente en el trabajo y que las actividades de la vida diaria se puedan hacer de forma más fácil.
Sin importar que alguien necesite echar mano de los dispositivos móviles para motivos de trabajo o si el uso es 100% personal, todos nos encontramos conectados.
Muchas empresas tienen políticas estrictas en cuanto al uso de dichos dispositivos, incluso proveyendo a sus empleados con equipo tecnológico exclusivo para usarse bajo condiciones laborales y/o dentro de la empresa. Otras un poco más flexibles buscan hacer más fácil la vida a sus colaboradores permitiéndoles que usen sus dispositivos personales en la empresa para así integrar su vida profesional y personal.
Pero, ¿hasta qué punto es válido simplificar todas las actividades de un individuo en un mismo aparato electrónico? De forma irónica, lo que se esperaba la solución de las actividades laborales y personales termina siendo en ocasiones el grillete tecnológico del cual no se puede despegar.
¿Cuál debe ser la postura de las empresas respecto a esto? ¿Incrementar el estrés de sus colaboradores cuando en realidad se buscaba lo contrario?
El estudio “Modern Life. Connected” llevado a cabo entre 1500 personas y empresas en
España, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido mostró que la mitad de los usuarios emplean dispositivos personales en el trabajo, lo que trae como resultado que el 44% de ellos sientan estrés al no saber en qué momento está la separación de su trabajo y vida personal.
Al menos uno de los objetivos está siendo cumplido: aumentar productividad y disminuir procesos. La pregunta ahora es ¿dónde queda la estabilidad y tranquilidad de sus usuarios?